martes, 29 de octubre de 2019

No entiendo la lógica ni la utilidad del CATAL-EXIT



Confieso haber defendido de forma un tanto automática e irreflexiva aquello del principio de autodeterminación de los pueblos (como parte del aroma de la descolonización de los imperios).
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Pero reflexionando sobre el tema, me surge una objeción lógica irresoluble a dicho concepto: si dicha autodeterminación se formula como principio ético-político, nadie podría predicarlo de Cataluña respecto a España, sin aceptarlo de forma consecuente para Tarragona respecto a Cataluña, o del Delta del Ebro respecto a Tarragona. La generalización de este principio llevaría a la progresiva atomización de los Estados, en un sentido que resultaría regresivo desde el punto de vista económico, social y cultural e impracticable…
Si no va de principios, el asunto debe de ir de historia: todas las fronteras tienen una génesis histórica, que parte de condicionantes geográficos, migraciones, guerras, alianzas, y muchas más cosas. El único enfoque, entonces, sería utilitarista: ¿qué se gana y qué se pierde con la separación? Incluso cuando la predica una zona rica de un país respecto de una pobre, los costes de la separación pueden ser insoportables.
Teniendo en cuenta la globalización, la necesidad de construir espacios económicos y sociales más amplios, y el monopolio político que tiene España para la entrada de nuevos países en la UE… parece que la opción de separación tiene para Cataluña unos costes abrumadoramente más altos que beneficios. Como para realizarlo unilateralmente se ha de romper el marco Constitucional, no logro ver puede conseguirse más que con un nivel de violencia cuasi-insurreccional; a lo Gandhi lo veo imposible (no hay independencia low cost tal y como va la cosmología dominante en el nacionalismo español).
No parece el momento de invocar el “internacionalismo proletario”; pero sí de señalar que los grandes retos ecológicos y humanos hoy exigen una acción solidaria e inteligente, que va en el sentido contrario de levantar nuevas fronteras. La buena gobernanza es parte de la solución; la corrupción y mala calidad política de los líderes es el verdadero problema que ancla a las naciones en el subdesarrollo y la decadencia.
En fin: ni por principios éticos, ni por ventajas utilitarias, ni por desprenderse de liderazgos mediocres…  veo lógica o ventaja en el procés; más bien una cagada, solo equiparable en su dimensión descomunal a la de los vecinos británicos con esto del Brexit.
No sé si los pueblos se equivocan, pero sí que sus dirigentes pueden meterlos en una espiral de destrucción. Ojalá no vayan mucho más lejos…