martes, 3 de octubre de 2017

Cataluña: menos pasión y más reflexión

Crónica de un apátrida emocional, informando desde la capital del Reino. La marea Españo-céntrica avanza.

La compasión con víctimas de brutalidad se esfuma en un par de días, alimentada por casos de exageración de daños. 

Las imágenes de niños y vallecanos votando repetidamente tienen el buscado efecto "Piolín" de ridiculizar el relato. 

El maltrato a los guardias civiles y policías en hoteles mueve a la simpatía de sus parroquianos de este lado. 

La humillación escolar a hijos de las fuerzas del orden o a españolistas del vecindario es eficaz gasolina para el odio peninsular.

El pacifismo del proceso queda desbordado por la ira patriótica o el gamberrismo incontrolable, que se dirige a los débiles que se tienen más a mano: ¿peligro de iniciar una particular limpieza étnica en pequeños lugares que luego no es fácilmente reversible?.

Y va el joven monarca y se pone en plan JuanCar 23-F, a ganarse la plaza fija para su dinastía. Y hace de padre del Antiguo Testamento recordando que sigue habiendo Estado, mucho Estado, ... y gusta el mensaje a todo el que añora la seguridad de un padre en un mundo incierto y amenazador.

Los que no nos emocionamos con banderas e himnos vemos este juego como pierdo yo + pierdes tu = perdemos todos… y mucho. ¿Cuánto peor mejor?: esto ya no me lo creo de ninguna manera.

El gobierno catalán puede creer que se ha ganado moralmente el derecho a la independencia, pero al final esto puede ser igual de práctico que mi derecho a la felicidad o a la salud. Si no tiene fuerza para ganar (tema a valorar por estrategas de mente fría y calculadora), mejor recular y aprovechar lo obtenido pidiendo el cupo Vasco o la ordinalidad en la asignación fiscal. ¡Hacer caja, vaya! Un poco al estilo clásico PNV… A estas alturas una marrullería deseable, comparada con la alternativa.


Menos pasión y más reflexión. Faltan muchas y buenas palabras.

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