No he usado hoy una diapositiva divertida en el debate
público-privado que hemos tenido en la Escuela Andaluza de Salud Pública… por
falta de tiempo; ahora que regreso de Granada en el tren aprovecho para
compartirla y comentarla en el blog.
La metáfora es la siguiente; los centros sanitarios públicos
de gestión directa con normas administrativas semejarían a una tortuga; su andar
es pausado y se dirige de forma pertinaz a su objetivo; eso sí… lenta por su
naturaleza, con una languidez que llega a exasperar.
Por el contrario los centros sanitarios que utilizan formas
de gestión privada se parecerían a liebres; su marcha es vigorosa, y van tan
sobrados que pueden saltar y alterar su camino porque su velocidad se lo
permite y porque en su naturaleza hay una tendencia a la hiperactividad.
En el dibujo se ve que el camino de la liebre se ha hecho
más largo y tortuoso; el veloz animalito se ha ido distrayendo con cosas que
había por el camino: ha tenido que rendir pleitesía y pagar tributo a los
accionistas (los dueños de la liebre); también ha tenido que prestar atención a
un numeroso equipo de empresas colaboradoras que le ayudan en la carrera, y
cada contrata y subcontrata acaba llevándose un pequeño mordisquito de porcentaje;
el corto plazo es todo lo que interesa y divierte a la liebre (y a sus dueños),
y esta miopía tiende a llevarla por caminos que le apartan de la meta final; de forma discreta la pobre liebre ha de ir
pagando favores a los que les franquean el paso (a veces los propios guardianes
del bosque que deberían dar ejemplo de moralidad); y finalmente, los dueños y
accionistas que financian a la liebre provocan turbulencias, comprando y
vendiendo acciones y distrayendo al animalito de acercarse a su meta. La meta
de la SALUD.
Bien… pero también la tortuga tiene sus problemas; a veces
la lentitud le embarga; y sus patrocinadores le añaden pequeños obstáculos
burocráticos a su paso (dicen que por su bien); algunos auxiliares de su equipo
se gremializan y distraen con reivindicaciones desmesuradas; y los ingenieros
se ponen estupendos al guiarse por la fascinación tecnológica y la curiosidad
científica; finamente, los políticos que patrocinan a la tortuguita, también la
marean y la confunden con instrucciones contradictorias y absurdas que
interfieren su marcha… hacia la meta de la SALUD.
En la vida real… ¿quién llegará antes y con menor desgaste a
la meta? En último término dependerá de la cantidad de distractores y problemas
que afecten a cada u
no de los animales.
No hay respuesta a esta pregunta; yo sólo puedo decir que
sin ir contra la liebre, tengo como opción personal ayudar a que la tortuga
avance más rápido y sin tantos obstáculos y trabas.
Cerremos esta metáfora trivial con una sesuda reflexión de
un brillante economista español, poco sospechoso de ponerle flores a la tumba
de Lenin…
• “En
la relación público – privado... no sólo es importante la justificación del
intervencionismo público a partir de los fallos de mercado, sino que también es
relevante el tipo de respuesta que puedan darse desde el Estado:
– así,
la nueva agenda de modernización de la gestión pública tiene un significado muy
importante para establecer el equilibrio entre lo que puede y debe asignarse
vía mercado y vía Estado.
– En
efecto, si el peso de ineficiencia de las decisiones públicas crece
significativamente, la frontera de lo que podría hacer el Estado se desplazará
hacia el mercado, y habrá que asumir pérdidas de bienestar social y de equidad
que podrían haberse evitado”.[i]
[i] González-Páramo JL, Onrubia J. Información, evaluación y competencia al servicio de la gestión eficiente de los servicios públicos. Papeles de Economía Española, 2003; (95): 2-23.
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