Llega a mis manos un testimonio de 2013 sobre la actitud de
los profesionales ante las necesidades de los pacientes... (el artículo
publicado en JAMA fue muy comentado)
La historia es sencilla: en EEUU un viernes por la tarde y
tras dos horas de intentar conseguir por
teléfono que una aseguradora privada autorizara una prescripción a una
paciente, el médico decide sacar de su bolsillo 30 dólares y dárselo para que
se compre el medicamento. El acto de generosidad es observado por el residente
que hace prácticas en la consulta, el cual lo comenta a su tutor de residentes.
El resultado final es una reprimenda de los superiores por "cruzar
de forma no profesional los límites".
El artículo de Gordon Schiff relata su sorpresa: pensaba que
los límites son para proteger a los pacientes de los abusos de los médicos en
su posición de superioridad (explotando la confianza y la vulnerabilidad de los
enfermos); y que la distancia terapéutica y evitación de los excesos de
confianza y familiaridad, estaban destinados a evitar invadir el espacio de los
pacientes. Pero no... parece que las barreras se están redirigiendo a proteger
a los médicos del robo de su valioso tiempo, o protegiendo la conciencia para
no hacernos preguntas dolorosas sobre la inequidad y las necesidades de los
pacientes como enfermos y como personas.
Las definiciones clásicas de la medicina como una actividad
fundamentalmente moral que surge del imperativo de cuidar a los pacientes y
aliviar su sufrimiento (AMA) parece que ahora se tilda peyorativamente como
"profesionalismo nostálgico", para ser reemplazado por una modelo
desapasionado e inclemente como el que existe en las relaciones comerciales.
Le enseñé el artículo a mi mujer, Psiquiatra en un barrio donde
la crisis ha pegado muy fuerte. Ellos tienen una caja de resistencia para
pagarle tratamientos a aquellos pacientes que han sido tachados de ilegales por
los gobiernos del Partido Popular... Del bolsillo de los trabajadores de salud
mental de Vallecas parece que sale dinero para ayudar a pacientes excluidos y
sin recursos. Si estuvieran en Estados Unidos igual serían sometidos a un
apercibimiento disciplinario por haber cruzado la frontera de la implicación
con los pacientes.
Por eso hay que decir, como afirma Gordon... CRUZAR LAS
FRONTERAS, ¿VIOLACIÓN U OBLIGACIÓN?... Merecen un premio...
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