Hay cosas como éstas que siempre me han tenido apartado de
la “main-stream” (corriente dominante) de la izquierda política española…
El expresidente del Gobierno Felipe González ha anunciado este jueves
en Sevilla que dejará el puesto en el
consejo de administración de Gas Natural que ocupa desde 2010 cuando termine el
periodo para el que fue elegido "no
porque haya incompatibilidades, sino porque es muy aburrido".
"Me interesaba conocer el
tema de la energía, me hubiera ido mejor asesorando a empresas con domicilio
fiscal en las islas Caimán",
ha ironizado González, que ha asegurado que dejará el puesto pese a que ha
cumplido no sólo con el régimen de "las incompatibilidades legales, sino
las éticas". Cuando se hizo público su fichaje se informó de que cobraría 126.500 euros brutos por su labor.
En efecto: éste líder, Felipe González, dotado de una gran
inteligencia y habilidad política, sufría de una fobia al “izquierdismo” que
eclosionó en cuanto empezó a gobernar, y de una anemia moral que se ha ido
evidenciando con el tiempo.
De lo primero surgió la querencia a un estado de bienestar
chiquitito y baratito; la sanidad no se acabó nunca de universalizar por la
orientación natural de la socialdemocracia Gonzalo-Solchagiana (de inspiración
germánica, a lo Willy Brandt) estaba muy cerca de la beneficencia y el mutualismo laboral… y así
luego la verdadera derecha lo ha tenido tan fácil. Qué diferente hubiera sido
con el modelo de referencia de la socialdemocracia nórdica
(universalismo suceco a lo Olof Palme), que nos hubiera permitido quizás
combinar un concepto sólido de ciudadanía, con un ánimo reformista de nuestro
corrupto y semifeudal sistema institucional.
De lo segundo (anemia moral), sorprende el cinismo brutal de
las anteriores declaraciones… resulta que Gas Natural parece abonarle una
altísima cantidad (15 veces el salario
mínimo interprofesional) para que este consejero sacie su curiosidad por el tema de la energía… Creo que si esto fuera así, habría una cola
de 46 millones de españoles que encontrarían realmente fascinante el tema de la energía…
A mayor engreimiento, nuestro expresidente parece mirar la
precitada cantidad como calderilla… no sólo no le interesa la energía, sino que
tampoco el dinero le pone… las Islas
Caimán le hubieran pagado mucho más… supongo que también por saciar su
curiosidad sobre cómo se evade dinero del fisco español.
Hace poco a Rubalcaba le sacaron los colores con este mismo
tema… un periodista y politólogo llamado Pablo Iglesias (curiosa paradoja), con
un listado de nombres de políticos socialistas que han usado la puerta
giratoria…
Mientras en el PSOE no depure estas situaciones, y se ponga
en tratamiento a su fobia a la izquierda y a su anemia moral, va a ser difícil
que me vean en dicho club. Y la patética defensa de Alfredo Pérez Rubalcaba de
que sus compañeros vuelven a “su profesión” (¿electricistas y gasistas aburridos?),
no abre muchas esperanzas a la rectificación. Algunos líderes regionales como
Tomás Gómez, al que he tenido oportunidad de conocer, aportan esperanza de que
algún cambio sea posible. Pero confieso que no soy optimista, porque los
aparatos partidarios acaban imponiendo su mediocre y corrupta realidad (como
élites extractivas tienen toda la motivación y todo el tiempo del mundo para
torcer y bloquear los procesos de cambio y regeneración política).
Que conste que mi no afiliación partidaria no creo que sea
por vanidad o por sentirme por encima del bien y del mal… la vivo como un
problema, especialmente en este momento tan duro para nuestra sociedad, en el
que se requiere mucha acción política y de calidad. Es que las opciones actuales
me disgustan profundamente… y me quedo paralizado ante una Izquierda Unida anclada
en la primera mitad del Siglo XX (aunque me cae simpático Llamazares),
ecologistas vocacionalmente testimoniales, y mareas indignadas antipolíticas de
imposible encuadramiento…
Confieso (con peligro de anatema), que también encuentro
personas razonables dentro de la órbita
del Partido Popular (pocas y en extinción, lamentablemente) que dicen cosas sensatas,
y que tienen lógica en la acción de gobierno.
Y los movimientos sindicales, profesionales y cívicos los
veo muy miopes y maniqueos: el aquí y ahora, lo mío, lo inmediato, ellos y nosotros… Esto me inquieta más
todavía, aunque me estoy acostumbrando a asumir que mi dificultad de
encuadramiento se va a cronificar. Bueno, al menos siempre me quedarán los
blogs y las redes sociales para crear y disfrutar de un espacio de libertad y fomento del conocimiento, la conciencia y los valores sociales.
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