Ayer estuve en la presentación de un libro de un filósofo
amigo mío; Miguel Manzanera presentaba “El Periplo de la Razón: el Racionalismo
Musulmán en la Edad Media”; ya había leído su libro porque me regaló un
ejemplar dedicado hace meses…
Invito a leer estos comentarios sobre su libro…
Y destaco esta frase de dicho comentario al libro
La dialéctica, es decir, el diálogo entre distintos puntos de vista,
surgió en la Grecia clásica, donde además se desarrollaron avances científicos
en áreas como la lógica, la política, la metafísica, la ética o la biología.
Todos estos conocimientos, junto a la razón misma, se extendieron durante la
época helenística, cuando Alejandro Magno creó un efímero imperio que se
extendía desde Egipto al río Indo. Por tanto, fue entonces cuando todo ese
saber clásico se extendió por una buena parte de las civilizaciones
mediterráneas. La Biblioteca de Alejandría es un buen ejemplo de ese saber, con
epicentro en el norte de África y en oriente próximo.
Unos siglos después, fue Al-Andalus la que experimentó un
extraordinario desarrollo no sólo agrícola y artesanal sino también científico.
Y es que en esos territorios la ciencia aristotélica se perpetuó durante
siglos. Los sabios musulmanes bebieron directamente de las fuentes clásicas,
dando un nuevo impulso científico en materias muy variadas como la filosofía,
la astronomía, la geografía, la medicina, las matemáticas, la biología, la
lógica, etc. Como bien demuestra Miguel Manzanera, el pensamiento racional no
sólo no se perdió en el medievo –como sostiene la historiografía tradicional-
sino que al menos en el Mediterráneo oriental aumentó considerablemente su
acervo.
…
Sin embargo, la exclusión de la ciencia islámica y judía de los
orígenes del racionalismo occidental no fue casual, sino que supuso un intento
–logrado por cierto- de falsear conscientemente la Historia para fundamentar la
superioridad de Occidente
Con independencia del interés histórico y filosófico, me
preocupa constatar cómo la racionalidad puede bloquearse por el dogmatismo y el doctrinarismo;
y cómo los poderosos pueden suplantar la historia a su conveniencia. Bizancio ocultó
el saber clásico: el naturalismo helénico alimentaba la observación y el
pensamiento crítico; su pasión antidogmática le hacía peligroso,
especialmente cuando el Estado y una única Religión (cristiana) se asocian para
mantener el status quo de las clases dominantes. Y el saber helénico y del meso-oriente
tuvo que acantonarse, y luego expandirse a través de una religión monoteísta más
moderna, más abstracta y menos dogmática (en esa época), que extendió por toda
la cuenca del mediterráneo, y que en la península Ibérica tuvo un particular
esplendor; el árabe permitió traer y retraducir el conocimiento, y estuvo en la
base del renacimiento al final de la Edad Media.
En el mundo cristiano la religión tenía su iglesia oficial y
su legión de obispos para administrar el dogma; y se opusieron de forma tenaz y
violenta al avance del pensamiento racional, de la ciencia y del conocimiento;
el mundo musulmán no tiene semejante infraestructura, aunque (tiempo más tarde)
la religión islámica encontró en el derecho y la administración de justicia los
instrumentos para otorgar al poder político la deseada controlabilidad social (por
eso la imposición de la Sharía o ley coránica es un propósito esencial de los
movimientos fundamentalistas).
La Iglesia no pudo parar el desarrollo científico y técnico
en Europa, pues la naciente burguesía en las ciudades encontró en el progreso
tecnológico un aliado fundamental para conseguir riqueza y poder. La reforma
protestante alimenta esta revolución que permite el nacimiento del capitalismo,
en el cual hay un claro sesgo hacia la techné, compatible con el mantenimiento
de una ideología que en lo humanista y lo moral busca mantener el control
social de la mano del pensamiento religioso o de los equivalentes
mágico-míticos laicos (patria, nación, orden, etc.)
Pero posiblemente se desequilibra el pensamiento crítico:
abierto en lo mecanicista, tecnológico o productivo, y cerrado en los aspectos
de pensamiento moral, social o global (incluida la ecología). El pragmatismo es
por naturaleza miope, y la política y la economía se pasan a su bando.
La paradoja es que la
llamada civilización occidental es el resultado de un legado helenístico, pero
que llegó a nosotros a través de los musulmanes y de Al Andalus, se filtró por
los poros de la vieja Europa para avanzar entre las rendijas que le dejaba el
dogmatismo cristiano y el poder feudal, y eclosionó en una compleja y
contradictoria cultura global; una cultura capaz de saber producir la fisión y
la fusión del átomo, pero incapaz de evitar el uso bélico de la bomba nuclear;
una cultura que permite anticipar el efecto destructivo del crecimiento
económico actual en el planeta, pero que no es
capaz de cambiar el curso de la historia que nos lleva al abismo.
Racionalidad limitada, líquida, incompleta, contradictoria,
trufada de manipulación y mentiras; hoy más que nunca, tanto en la cultura
llamada occidental, como en la islámica, y en el conjunto de las culturas
planetarias, el verdadero requisito de subsistencia vuelve a ser el pensamiento
racional aplicado por y sobre el único sujeto social que puede y debe
protagonizar la historia: la especie humana.
Y la des-dogmatización también y principalmente ha de
afectar a la izquierda política, social y sindical; a pesar de que emplear el
pensamiento mágico mítico es mucho más cómodo; y a pesar de que con eslóganes
electorales y lugares comunes sea más confortable vivir y menos doloroso
pensar. Una característica esencial del pensamiento progresista debe ser la
capacidad de convivir con la contradicción y la paradoja, y de tolerar
opiniones diferentes y aparentemente contradictorias; como se suele decir: ser
capaz de sustentar una idea y su contraria, y a pesar de todo tomar decisiones.
Tomar decisiones… racionales.
Cerró su presentación Miguel (cito de memoria) aludiendo al "Filósofo Autodidacta" (primera novela filosófica, escrita por Ibn Tufail en el siglo XII, donde proponía como misión de los seres humanos la de cuidar la vida en la tierra. Mencionaba el contraste de este hermoso propósito para la humanidad nacido en Al Andalus, con la visión del fetichismo irracional de la devoción a las imágenes de semana santa y la crueldad intrínseca de la fiesta nacional con el disfrute del daño a los animales. La pena es que muchos que se suponen que son de izquierdas, se identifican con estas prácticas tan irracionales como contrarias a cuidar toda la vida en la tierra.
Regalo (sin permiso de Miguel pero con su benevolencia),
algunos párrafos de su obra, a modo de cata…
Mientras las disputas permanezcan en el terreno intelectual y sus
consecuencias prácticas no sean incompatibles con el orden social, mientras
haya procedimientos para zanjar las cuestiones del bien común y acción colectiva,
la razonabilidad de la especie humana constituye una parte importante de su
gran fuerza para el desenvolvimiento de sus capacidades. Pero cuando las
disputas envuelven enfrentamientos violentos y no hay forma de llegar al
acuerdo razonado en la organización política, las guerras intestinas anuncian
el final del Estado y la civilización…
La inestabilidad del Estado y los conflictos políticos, junto con la
presión de la Europa cristiana, cuyas autoridades habían decidido confrontar el
Islam por las armas mediante las Cruzadas, fueron las causas de la decadencia
de la civilización musulmana en los siglos finales de la Edad Media. La
investigación científica y filosófica más avanzada pasó a realizarse en Europa
desde el siglo XIII, pero es claro que se produjo a través de la influencia de
la cultura andalusí y como continuación del desarrollo cultural que se había
producido en la civilización islámica. Merece destacar, como ya se ha dicho, el
papel jugado por la Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XII, después
de que la ciudad se entregara al rey de León Alfonso VI, donde se trasvasó el
conocimiento escrito en lengua árabe al latín. Entonces la sabiduría oriental
pasó a Europa haciendo posible el Renacimiento.
La conquista de al-Ándalus por la Cruzada cristiana, fue un auténtico
desastre cultural. Un importante número de intelectuales árabes se exilió, y
otros quedaron limitados a las traducciones de los textos árabes al latín.
Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, decretaron la conversión
forzosa al cristianismo de creyentes en otras religiones, lo que en la práctica
significó la expulsión inmediata de 50.000 judíos y 300.000 musulmanes, entre
los que contaban numerosos trabajadores cualificados e intelectuales. Cientos
de libros escritos en árabe, que contenían la sabiduría casi milenaria de la
civilización islámica, fueron quemados por orden del Cardenal Cisneros en
Granada a principios del siglo XVI. Los que se convirtieron para poder
quedarse, tuvieron que sufrir enormes persecuciones y humillaciones, expolios,
torturas y en muchos casos también la hoguera, por parte de la Inquisición y de
los llamados ‘cristianos viejos’. Muchos de ellos acabaron exiliándose más
tarde.
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