domingo, 27 de abril de 2014

Racionalismo frente a dogmatismo, tanto en occidente como en el islam.

Ayer estuve en la presentación de un libro de un filósofo amigo mío; Miguel Manzanera presentaba “El Periplo de la Razón: el Racionalismo Musulmán en la Edad Media”; ya había leído su libro porque me regaló un ejemplar dedicado hace meses…

Invito a leer estos comentarios sobre su libro… 

Y destaco esta frase de dicho comentario al libro

La dialéctica, es decir, el diálogo entre distintos puntos de vista, surgió en la Grecia clásica, donde además se desarrollaron avances científicos en áreas como la lógica, la política, la metafísica, la ética o la biología. Todos estos conocimientos, junto a la razón misma, se extendieron durante la época helenística, cuando Alejandro Magno creó un efímero imperio que se extendía desde Egipto al río Indo. Por tanto, fue entonces cuando todo ese saber clásico se extendió por una buena parte de las civilizaciones mediterráneas. La Biblioteca de Alejandría es un buen ejemplo de ese saber, con epicentro en el norte de África y en oriente próximo.

Unos siglos después, fue Al-Andalus la que experimentó un extraordinario desarrollo no sólo agrícola y artesanal sino también científico. Y es que en esos territorios la ciencia aristotélica se perpetuó durante siglos. Los sabios musulmanes bebieron directamente de las fuentes clásicas, dando un nuevo impulso científico en materias muy variadas como la filosofía, la astronomía, la geografía, la medicina, las matemáticas, la biología, la lógica, etc. Como bien demuestra Miguel Manzanera, el pensamiento racional no sólo no se perdió en el medievo –como sostiene la historiografía tradicional- sino que al menos en el Mediterráneo oriental aumentó considerablemente su acervo.
Sin embargo, la exclusión de la ciencia islámica y judía de los orígenes del racionalismo occidental no fue casual, sino que supuso un intento –logrado por cierto- de falsear conscientemente la Historia para fundamentar la superioridad de Occidente

Con independencia del interés histórico y filosófico, me preocupa constatar cómo la racionalidad puede bloquearse por el dogmatismo y el doctrinarismo; y cómo los poderosos pueden suplantar la historia a su conveniencia. Bizancio ocultó el saber clásico: el naturalismo helénico alimentaba la observación y el pensamiento crítico; su pasión antidogmática le hacía peligroso, especialmente cuando el Estado y una única Religión (cristiana) se asocian para mantener el status quo de las clases dominantes. Y el saber helénico y del meso-oriente tuvo que acantonarse, y luego expandirse a través de una religión monoteísta más moderna, más abstracta y menos dogmática (en esa época), que extendió por toda la cuenca del mediterráneo, y que en la península Ibérica tuvo un particular esplendor; el árabe permitió traer y retraducir el conocimiento, y estuvo en la base del renacimiento al final de la Edad Media.

En el mundo cristiano la religión tenía su iglesia oficial y su legión de obispos para administrar el dogma; y se opusieron de forma tenaz y violenta al avance del pensamiento racional, de la ciencia y del conocimiento; el mundo musulmán no tiene semejante infraestructura, aunque (tiempo más tarde) la religión islámica encontró en el derecho y la administración de justicia los instrumentos para otorgar al poder político la deseada controlabilidad social (por eso la imposición de la Sharía o ley coránica es un propósito esencial de los movimientos fundamentalistas).  

La Iglesia no pudo parar el desarrollo científico y técnico en Europa, pues la naciente burguesía en las ciudades encontró en el progreso tecnológico un aliado fundamental para conseguir riqueza y poder. La reforma protestante alimenta esta revolución que permite el nacimiento del capitalismo, en el cual hay un claro sesgo hacia la techné, compatible con el mantenimiento de una ideología que en lo humanista y lo moral busca mantener el control social de la mano del pensamiento religioso o de los equivalentes mágico-míticos laicos (patria, nación, orden, etc.)

Pero posiblemente se desequilibra el pensamiento crítico: abierto en lo mecanicista, tecnológico o productivo, y cerrado en los aspectos de pensamiento moral, social o global (incluida la ecología). El pragmatismo es por naturaleza miope, y la política y la economía se pasan a su bando.
 La paradoja es que la llamada civilización occidental es el resultado de un legado helenístico, pero que llegó a nosotros a través de los musulmanes y de Al Andalus, se filtró por los poros de la vieja Europa para avanzar entre las rendijas que le dejaba el dogmatismo cristiano y el poder feudal, y eclosionó en una compleja y contradictoria cultura global; una cultura capaz de saber producir la fisión y la fusión del átomo, pero incapaz de evitar el uso bélico de la bomba nuclear; una cultura que permite anticipar el efecto destructivo del crecimiento económico actual en el planeta, pero que no es  capaz de cambiar el curso de la historia que nos lleva al abismo.

Racionalidad limitada, líquida, incompleta, contradictoria, trufada de manipulación y mentiras; hoy más que nunca, tanto en la cultura llamada occidental, como en la islámica, y en el conjunto de las culturas planetarias, el verdadero requisito de subsistencia vuelve a ser el pensamiento racional aplicado por y sobre el único sujeto social que puede y debe protagonizar la historia: la especie humana.

Y la des-dogmatización también y principalmente ha de afectar a la izquierda política, social y sindical; a pesar de que emplear el pensamiento mágico mítico es mucho más cómodo; y a pesar de que con eslóganes electorales y lugares comunes sea más confortable vivir y menos doloroso pensar. Una característica esencial del pensamiento progresista debe ser la capacidad de convivir con la contradicción y la paradoja, y de tolerar opiniones diferentes y aparentemente contradictorias; como se suele decir: ser capaz de sustentar una idea y su contraria, y a pesar de todo tomar decisiones. Tomar decisiones… racionales.

Cerró su presentación Miguel (cito de memoria) aludiendo al "Filósofo Autodidacta" (primera novela filosófica, escrita por Ibn Tufail en el siglo XII, donde proponía como misión de los seres humanos la de cuidar la vida en la tierra. Mencionaba el contraste de este hermoso propósito para la humanidad nacido en Al Andalus, con la visión del fetichismo irracional de la devoción a las imágenes de semana santa y la crueldad intrínseca de la fiesta nacional con el disfrute del daño a los animales. La pena es que muchos que se suponen que son de izquierdas, se identifican con estas prácticas tan irracionales como contrarias a cuidar toda la vida en la tierra. 

Regalo (sin permiso de Miguel pero con su benevolencia), algunos párrafos de su obra, a modo de cata…

Mientras las disputas permanezcan en el terreno intelectual y sus consecuencias prácticas no sean incompatibles con el orden social, mientras haya procedimientos para zanjar las cuestiones del bien común y acción colectiva, la razonabilidad de la especie humana constituye una parte importante de su gran fuerza para el desenvolvimiento de sus capacidades. Pero cuando las disputas envuelven enfrentamientos violentos y no hay forma de llegar al acuerdo razonado en la organización política, las guerras intestinas anuncian el final del Estado y la civilización…

La inestabilidad del Estado y los conflictos políticos, junto con la presión de la Europa cristiana, cuyas autoridades habían decidido confrontar el Islam por las armas mediante las Cruzadas, fueron las causas de la decadencia de la civilización musulmana en los siglos finales de la Edad Media. La investigación científica y filosófica más avanzada pasó a realizarse en Europa desde el siglo XIII, pero es claro que se produjo a través de la influencia de la cultura andalusí y como continuación del desarrollo cultural que se había producido en la civilización islámica. Merece destacar, como ya se ha dicho, el papel jugado por la Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XII, después de que la ciudad se entregara al rey de León Alfonso VI, donde se trasvasó el conocimiento escrito en lengua árabe al latín. Entonces la sabiduría oriental pasó a Europa haciendo posible el Renacimiento.

La conquista de al-Ándalus por la Cruzada cristiana, fue un auténtico desastre cultural. Un importante número de intelectuales árabes se exilió, y otros quedaron limitados a las traducciones de los textos árabes al latín. Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, decretaron la conversión forzosa al cristianismo de creyentes en otras religiones, lo que en la práctica significó la expulsión inmediata de 50.000 judíos y 300.000 musulmanes, entre los que contaban numerosos trabajadores cualificados e intelectuales. Cientos de libros escritos en árabe, que contenían la sabiduría casi milenaria de la civilización islámica, fueron quemados por orden del Cardenal Cisneros en Granada a principios del siglo XVI. Los que se convirtieron para poder quedarse, tuvieron que sufrir enormes persecuciones y humillaciones, expolios, torturas y en muchos casos también la hoguera, por parte de la Inquisición y de los llamados ‘cristianos viejos’. Muchos de ellos acabaron exiliándose más tarde.




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