Mi buen amigo valenciano Ricard, me mandó este artículo de
Benito Arruñada en El País, con un título sugerente: “La culpa es nuestra. Las élites
no son las únicas ‘extractivas’; los ciudadanos, las masas, también lo son”;
la verdad es que me había pasado inadvertido, y eso que conozco al autor (escritura
incisiva, estimulante y a veces provocadora) y me interesa mucho el tema;
recomiendo su lectura… aunque tenga algunas discrepancias.
La tesis fundamental del texto va condensada en el título, y
se puede evidenciar en estas perlitas: “el fallo principal no reside en las
instituciones sino en los ciudadanos”; “A la vez que nos permitimos ser los europeos
más críticos con políticos e instituciones, somos los que menos nos molestamos
en informarnos. Decimos odiar la corrupción, pero ni siquiera dejamos de votar
a políticos corruptos. Cuando no desdeñamos la política, nos comportamos como
forofos, más que como ciudadanos”…
Simpatizo con la idea de que todos somos responsables; y me
irrita el “apolítico” ejercicio de querer linchar a todos los políticos; porque
no es posible que las masas aduzcan falta de información o incapacidad intelectual
para juzgar los hechos que le rodean, cuando se entregan a un ejercicio semanal
de alto nivel en la valoración de los deportes o de los eventos del corazón,
controlando cientos de personajes y situaciones, y empleando sutilezas
sorprendentes en los análisis. Como dice el chiste: “¿a ti que te molesta más,
la ignorancia o la indiferencia?”… y responde el otro: “ni lo sé ni me importa”. Pues parece que la política (la cosa pública) ni se conoce ni interesa.
Tengo, no obstante algunas discrepancias con la simetría con
la cual parece mostrar a corruptos de alto vuelo y a los piratillas de calle.
Dice Benito: “Y es erróneo exonerar a las masas. En realidad somos igual de
“extractivas” que las élites: el fraude no campea solo en la fiscalidad de
grandes fortunas, sino también en la economía sumergida y las prestaciones
sociales.”
Mi tesis sería: de la micro-corrupción de los supervivientes
puede surgir el manto donde se arropa la macro-corrupción. Recuerdo lo que
decía un alumno latinoamericano… si todos los hogares recibieran un telegrama
anónimo que dijera escuetamente “escapa si puedes, nos han descubierto”, se
montaría un enorme atasco de salida de todas las ciudades. Pero la cantidad deviene en cualidad a partir
de un punto, aunque estos niveles cuánticos no sean fáciles de determinar.
Pero es importante reparar en que hay niveles; Joaquín
Leguina hace bastantes años intentaba distinguir entre MANGONEO y CORRUPCIÓN,
en una ingeniosísima tribuna de opinión: cito unos párrafos fundamentales en su
tesis: http://elpais.com/diario/2009/11/05/opinion/1257375604_850215.html
“Pero, ¿en verdad, la mayoría de los
políticos son honrados? Si por honrado se entiende aquel servidor público que
sólo se lleva para casa su sueldo, puede afirmarse sin demasiado riesgo que la
mayoría de los políticos españoles son honrados. Pero el calificativo de
honrado exige, a mi juicio, alguna precisión más. Por ejemplo, en torno al
mangoneo. (Mangonear: entremeterse uno en cosas ajenas, pretendiendo mandar y
disponer)”…
(tras una serie de
ejemplos)
Bien se ve, pues, que
el mangoneo en España es el rey de la vida política. Una colonización ilegítima
realizada por todos los partidos y que abarca a otros muchos aspectos de la
vida social, judicatura incluida.
Pues bien, la corrupción no es otra cosa que un mangoneo
remunerado. Por lo tanto -por aquello de que quien evita la tentación evita el pecado-, si los partidos quisieran, de verdad, acabar con la corrupción,
tendrían que renunciar al mangoneo... pero eso -creo yo- va a ser mucho pedir.
La alternativa de Leguina y de Arruñada (que comparto) unifica los análisis (distintos diagnósticos para la misma terapia): cambiar
las reglas de juego y los marcos institucionales, para que las conductas
extractivas sean cada vez más observables, más perseguibles y más
estigmatizadas. En términos morales no se debe permitir la fácil justificación
de Y TÚ MÁS, si lo hacen los poderosos ¿PORQUÉ NO NOSOTROS?; y cualquier otra
cláusula suspensiva de la acción (QUE EMPIECEN POR LOS BANQUEROS Y LOS
POLÍTICOS). Pero en términos prácticos debería priorizarse la alta corrupción,
porque es más justo y más efectivo (por su poder ejemplarizante y por la
capacidad recaudatoria mayor).
Pero en términos morales también existe una diferencia entre
el MANGONEO RETRIBUIDO de los especuladores, y el MANGONEO EN ESPECIE del
cazador recolector, superviviente de una era glaciar donde todo se vuelve
difícil, no hay confianza en el Estado y las instituciones, y no hay seguridad
para la familia.
Si hubiera un Estado y unas instituciones serias
y efectivas
(miremos a Escandinavia) es posible que una familia no mirara el futuro de sus
hijos y nietos con tanto miedo, ni buscara el macro-pelotazo o los
micro-pelotazos como formas de blindarse frente a la necesidad y el infortunio.
Y en vez de envidia y resentimiento (por
los enriquecimientos ajenos), buscara con más fuerza la cohesión en torno a
sociedades e instituciones más maduras, justas y solidarias.
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