Algunos celebran el aniversario del REAL DECRETO LEY
16/2012: curioso título el que le pusieron para ocultar la dura verdad de los
recortes y el desamparo de los más débiles: “medidas urgentes para garantizar la
sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad
de sus prestaciones”.
He aquí el párrafo que dice lo que entra para excluir lo que
calla:
Asistencia sanitaria en
situaciones especiales.
Los extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España, recibirán
asistencia sanitaria en las siguientes modalidades:
a) De urgencia por enfermedad grave o accidente, cualquiera que sea su causa,
hasta la situación de alta médica.
b) De asistencia al embarazo, parto y postparto.
En todo caso, los extranjeros menores de dieciocho años recibirán
asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los españoles.»
Y lo que calla es mucho; muchísimo; tanto como desactivar la
acción integrada de un sistema sanitario complejo para que actúe de forma
rápida y coordinada ante los problemas de salud de las personas y las familias.
Al fragmentar, señalar, excluir, asustar con facturas, y lanzar una nube de
confusión, este marco normativo no hace sino incrementar los propios problemas que
ya tiene la medicina moderna especializada para hacer frente a enfermedades
complejas; problemas que se incrementan al tratar personas de grupos sociales con poca tendencia a acudir regularmente a las
consultas, y dificultades culturales o lingüísticas para expresar problemas y atender a las
indicaciones.
Ahora tenemos una muerte encima de la mesa. Nadie ha sido.
El Real Decreto Ley no decía que no se le atendiera; estuvo en el centro de
salud; estuvo en urgencias; el triage de la enfermera de la entrada fue correcto;
el médico no podía hacer más que lo que hizo; quizás le dijeron que volviera y
no vino a consultas; quién sabe si no se tomó el ibuprofeno o el antibiótico;
resulta que aunque se le dijo que se le iba a facturar en urgencias, era sólo
un trámite formal y no debía tomárselo en serio…
Nadie ha sido, repito. Pero, ¿y si miramos a nuestras conciencias?
Seguro que toda la cadena asistencial puede mirar para otro lado, pero si mira
hacia dentro, y no ha perdido la capacidad crítica y la humanidad, verá que
algo ha tenido que ver, o que podría haber hecho algo más. Seguro que el
colegio de médicos encontrará que no se contravino la “lex artis”. ¿Tranquila la Consejería de Salud y el Servicio Balear
de Salud? ¿Tranquilo en Ministerio de Sanidad?... y esos comunicadores sociales
que agitan contra el TURISMO SANITARIO, o el EXCESO DE SOLIDARIDAD…
Finalmente todos y cada uno de nosotros; de los ciudadanos. Nuestra
comodidad y pasividad, cuando no el gen xenófobo latente, nos ha ido
adormeciendo en la necesidad de protestar por las leyes injustas. También somos
responsables.
Pero no todos lo somos por igual. Los que no saben usar su
capacidad política y legislativa para gobernar con sensatez, clemencia y
pericia los asuntos públicos tienen mucha más responsabilidad. Sensatez, porque
es falso que excluir inmigrantes de la prestación del SNS ahorre dinero; es
inclemente porque son los más débiles los que han de pagar, buscando un chivo expiatorio
sobre el cual se ensalce la ventaja de ser español de pura cepa; y finalmente
denota una falta de pericia técnica, porque la desatención de esta población en
las rutas convencionales genera más gasto: ¿cuántos bacilos de Koch habrá
estado difundiendo el paciente durante las semanas que duró su periplo entre
centros sanitarios, hasta morir en su casa?
Afortunadamente unos pocos se salvan. Estos activistas que
desde ONGs, profesionales, y grupos de ciudadanos están intentando cada día que
no se produzca desatención, minimizando el efecto del abandono sanitario y social
a los inmigrantes.
Por estas pocas personas podemos salvar moralmente al género
humano; desde mi sentimiento personal de culpa, quiero rendirles un homenaje, a
la vez que pido a todos un recuerdo por el joven senegalés de 28 años que vino
a España buscando un futuro mejor, y acabó falleciendo de una muerte
ABSOLUTAMENTE EVITABLE.
No pido a los responsables políticos e institucionales nada;
su pulsión por justificarse parece que les ha hecho insensibles tanto a los
argumentos como a los sentimientos. Una pena, pero es lo que hay. Sólo los
votos les pueden colocar en su sitio. O
sea, que vuelve a ser nuestra responsabilidad ciudadana para el futuro. Más
claro: NO VOTAR AL QUE DEFIENDA LA LEY 16/2012. Más claro imposible. Eso nos
toca a todos ahora: dejar meridianamente claro qué somos y en qué creemos.
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