La brutalidad genocida practicada por el ejército israelí
hoy, viene a cubrir y ocultar la que practicó ayer.
El nuevo corrupto de hoy atrae los focos y los desvía del
corrupto de ayer, y el de anteayer.
El ruido mediático aturde el buen juicio y colapsa la
memoria.
Pero la justicia obliga a no olvidar; a que estas ofensas no
sean dejadas de lado simplemente por la indiferencia o la saturación.
En esto sí que los periodistas tienen una gran
responsabilidad.
Pero si no la ejerce, nos toca a los ciudadanos perseverar
en la memoria. Anotar en una libretita, por ejemplo, las cosas que van
ocurriendo y los personajes que van dilapidando nuestro capital moral, de
bienestar y de inteligencia colectiva.
Que no vengan políticos que deben su carrera a la compra de
diputados, a dar lecciones de lucha contra el transfuguismo (en mi libretita
viene Esperanza Aguirre y el Tamayazo); que no vengan los sindicatos de clase a
clamar contra una gran conspiración contra ellos (que la hay!) cuando se les
dice que deben fumigar la casa de las carcomas oportunistas que se han adueñado
de ellas (en mi libretita tengo anotada a la UGT andaluza y los maletines piratas
de salvador bachiller falsificados en Asia con cargo a fondos de formación);
que no me hablen de ronovación y regeneración, cuando aparecen caras como la de
Leire Pajín...
Que no vengan los de Convergencia a decir que el asunto de Pujol es algo personal y que no afecta ni a Cataluña ni a su clase dirigente...
Mientras el Partido Popular no deje de echar las culpas a un
extraterrestre llamado Bárcenas, y asuma que hizo trampas aprovechando dinero
de todos para sacar aún más ventaja en las campañas electorales, no voy a dejar
de recordarlo y proclamarlo a los que me quieran oír...
Y cuando Ignacio González o quien sea el que presenten por
Madrid, se ponga la piel de cordero para decir que el defenderá los servicios
públicos, yo miraré en mi libretita que
si hoy mantenemos la sanidad pública sin privatizar fue precisamente por una
marea blanca que le hizo retroceder...
Conocer la injusticia te da la medida de lo que la justicia significa y te permite reconocerla cuando vuelva a aparecer. La justicia tiene que ver con la constancia en buscar el bien para los otros -no para uno mismo- o al menos intentar no perjudicar. Esto significa que el justo es firme y por tanto, necesariamente implacable. Buscar justificaciones para lo que, en justicia, es injustificable es perder la firmeza y favorecer la laxitud, que los que se benefician quieren disfrazar de tolerancia. Espero que por fin, en 2015, vivamos una verdadera regeneración política, aunque más bien nos haría falta una "recreación". Y, como dices, no olvidar.
ResponderEliminarGracias, Vicente Andrés; en el curso de bioética has sido mi mejor maestro para entender lo que significa esto de la justicia...
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