domingo, 13 de abril de 2014

Corrupción: culpables, unos pocos; responsables todos.


Mi buen amigo valenciano Ricard, me mandó este artículo de Benito Arruñada en El País, con un título sugerente: “La culpa es nuestra. Las élites no son las únicas ‘extractivas’; los ciudadanos, las masas, también lo son”; la verdad es que me había pasado inadvertido, y eso que conozco al autor (escritura incisiva, estimulante y a veces provocadora) y me interesa mucho el tema; recomiendo su lectura… aunque tenga algunas discrepancias.

La tesis fundamental del texto va condensada en el título, y se puede evidenciar en estas perlitas: “el fallo principal no reside en las instituciones sino en los ciudadanos”; “A la vez que nos permitimos ser los europeos más críticos con políticos e instituciones, somos los que menos nos molestamos en informarnos. Decimos odiar la corrupción, pero ni siquiera dejamos de votar a políticos corruptos. Cuando no desdeñamos la política, nos comportamos como forofos, más que como ciudadanos”…

Simpatizo con la idea de que todos somos responsables; y me irrita el “apolítico” ejercicio de querer linchar a todos los políticos; porque no es posible que las masas aduzcan falta de información o incapacidad intelectual para juzgar los hechos que le rodean, cuando se entregan a un ejercicio semanal de alto nivel en la valoración de los deportes o de los eventos del corazón, controlando cientos de personajes y situaciones, y empleando sutilezas sorprendentes en los análisis. Como dice el chiste: “¿a ti que te molesta más, la ignorancia o la indiferencia?”… y responde el otro: “ni lo sé ni me importa”. Pues parece que la política (la cosa pública) ni se conoce ni interesa.  

Tengo, no obstante algunas discrepancias con la simetría con la cual parece mostrar a corruptos de alto vuelo y a los piratillas de calle. Dice Benito: “Y es erróneo exonerar a las masas. En realidad somos igual de “extractivas” que las élites: el fraude no campea solo en la fiscalidad de grandes fortunas, sino también en la economía sumergida y las prestaciones sociales.”

Mi tesis sería: de la micro-corrupción de los supervivientes puede surgir el manto donde se arropa la macro-corrupción. Recuerdo lo que decía un alumno latinoamericano… si todos los hogares recibieran un telegrama anónimo que dijera escuetamente “escapa si puedes, nos han descubierto”, se montaría un enorme atasco de salida de todas las ciudades.  Pero la cantidad deviene en cualidad a partir de un punto, aunque estos niveles cuánticos no sean fáciles de determinar.

Pero es importante reparar en que hay niveles; Joaquín Leguina hace bastantes años intentaba distinguir entre MANGONEO y CORRUPCIÓN, en una ingeniosísima tribuna de opinión: cito unos párrafos fundamentales en su tesis: http://elpais.com/diario/2009/11/05/opinion/1257375604_850215.html

“Pero, ¿en verdad, la mayoría de los políticos son honrados? Si por honrado se entiende aquel servidor público que sólo se lleva para casa su sueldo, puede afirmarse sin demasiado riesgo que la mayoría de los políticos españoles son honrados. Pero el calificativo de honrado exige, a mi juicio, alguna precisión más. Por ejemplo, en torno al mangoneo. (Mangonear: entremeterse uno en cosas ajenas, pretendiendo mandar y disponer)”…
(tras una serie de ejemplos)
Bien se ve, pues, que el mangoneo en España es el rey de la vida política. Una colonización ilegítima realizada por todos los partidos y que abarca a otros muchos aspectos de la vida social, judicatura incluida.
Pues bien, la corrupción no es otra cosa que un mangoneo remunerado. Por lo tanto -por aquello de que quien evita la tentación evita el pecado-, si los partidos quisieran, de verdad, acabar con la corrupción, tendrían que renunciar al mangoneo... pero eso -creo yo- va a ser mucho pedir.
La alternativa de Leguina y de Arruñada (que comparto) unifica los análisis (distintos diagnósticos para la misma terapia): cambiar las reglas de juego y los marcos institucionales, para que las conductas extractivas sean cada vez más observables, más perseguibles y más estigmatizadas. En términos morales no se debe permitir la fácil justificación de Y TÚ MÁS, si lo hacen los poderosos ¿PORQUÉ NO NOSOTROS?; y cualquier otra cláusula suspensiva de la acción (QUE EMPIECEN POR LOS BANQUEROS Y LOS POLÍTICOS). Pero en términos prácticos debería priorizarse la alta corrupción, porque es más justo y más efectivo (por su poder ejemplarizante y por la capacidad recaudatoria mayor).

Pero en términos morales también existe una diferencia entre el MANGONEO RETRIBUIDO de los especuladores, y el MANGONEO EN ESPECIE del cazador recolector, superviviente de una era glaciar donde todo se vuelve difícil, no hay confianza en el Estado y las instituciones, y no hay seguridad para la familia.

Si hubiera un Estado y unas instituciones serias
y efectivas (miremos a Escandinavia) es posible que una familia no mirara el futuro de sus hijos y nietos con tanto miedo, ni buscara el macro-pelotazo o los micro-pelotazos como formas de blindarse frente a la necesidad y el infortunio.  Y en vez de envidia y resentimiento (por los enriquecimientos ajenos), buscara con más fuerza la cohesión en torno a sociedades e instituciones más maduras, justas y solidarias.


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