Ya que hemos de convivir mucho tiempo con este florecer del
nacionalismo y regionalismo (hasta León ya quiere autodeterminarse de Castilla
la Vieja), más vale que aprendamos a diferenciar situaciones, afilar la
capacidad de análisis, aprender a discrepar sin descalificar, y seguir siendo
amigos y buenos vecinos.
En el escenario actual yo veo que hay dos corrientes de
acontecimientos judiciales distintos, aunque interrelacionadas. La primera
tiene que ver con la prisión provisional que se aplicó a Junqueras y demás
encausados de sedición-rebelión, que fue una injusticia, una desmesura y un
error que, combinado con las inmunidades europeas, ha llevado a un callejón sin
salida desde el punto de vista del proceder jurisdiccional.
La segunda tiene que ver con el enjuiciamiento y condena de
actos políticos que implicaban una acción unilateral que rompía el marco
normativo constitucional español; en este caso, sensu contrario, sería muy
difícil imaginar un sobreseimiento de esta acción, ya que, por su propia lógica,
la desobediencia consciente y deliberada de la constitución, no puede quedar
impune judicialmente sin negar el propio orden que sustenta a la justicia.
El que la justicia europea reponga la inmunidad a los
(ahora) reos y a los encausados fugados, e incluso, que pueda sacarles de la cárcel,
negar el suplicatorio y mantenerlos en una burbuja de protección por su acta de
eurodiputado… no altera un ápice la situación legal ante la justicia. Los siguientes
políticos independentistas o soberanistas que buscaran otra oleada de acción
unilateral, y aquellos de la primera oleada que no tengan acta de eurodiputado,
pasarían a tener el mismo problema… y no creo que haya asientos suficientes en
el Parlamento Europeo para inmunizar a muchos más políticos independentistas
catalanes.
Finalmente, toca volver al tablero de la estrategia, por más
que los fuegos artificiales de los conflictos, represiones, y precursores de
bombas caseras llenen las páginas de los periódicos. Y lo que muchos vemos es
que el nacionalismo español ha despertado, su brazo político más audaz (Vox) ha
contaminado al PP (ya no es el abúlico Rajoy), y ha tensado a los barones del
balcanizado PSOE hasta el límite de la desobediencia partidaria. Otra vuelta de
tuerca nos pone a la derechona a gobernar España.
Sólo los que practiquen el cuanto peor mejor, van a estar
satisfechos. No creo que se pueda vencer “a lo Ghandi” a un gobierno
autoritario de partidos en clave ultranacionalista españolista, y con la sartén
por el mango de una Unión Europea que no va a arriesgar nada contra un socio
principal, y para la cual el gobierno de España tiene la capacidad de veto para
incorporaciones de nuevos socios (el caso de Kosovo es una clara señal
anticipatoria).
Un posible plan B, de corte claramente insurreccional y
violento, creo que traería sufrimientos incalculables a todos, pero sobre todo
a los que lo promovieran y a la sociedad catalana. La memoria de la cruel
contienda planteada por ETA no queda tan lejos (900 muertos en atentados, 50
años de miedos y extorsiones, represión policial poco controlada, y varios
miles de presos en cárceles de toda España)… y además no sirvió para nada; la
mayor autonomía fiscal y competencial de la que goza Euskadi, viene de los
fueros medievales de sus diputaciones… no de la gloriosa lucha de los gudaris…
Por lo tanto, creo que nos toca reconducir la situación; una
legislatura que active una agenda social respetuosa con los equilibrios macroeconómicos
(en lo posible), ya vendría bien para mejorar la vida de la gente, desdramatizar
y que las pasiones volvieran a los cuarteles de invierno… Y el conflicto
político de España con Cataluña, que es innegable, reconducirlo hacia vías de
negociación y de acción no unilateral.