En las situaciones de crisis se reducen los grados de
libertad; de eso no hay duda. Pero siempre hay alternativas. En las
organizaciones complejas adaptativas (como la sanidad), esto es mucho más
cierto. Lo que ocurre, es que las alternativas no suelen presentarse como
escoger A o escoger B, C, D, etc.
Las estrategias se trenzan a través de micro-decisiones que
van trazando una senda; tras varias iteraciones nos encontramos que el camino
se ha alterado de forma muy notable. Es la llamada re-evolución (la potencia de
mecanismos evolutivos cuando operan en un sentido de avance adaptativo
sostenido).
Por esto también se dice que lo fundamental en la función directiva
de las organizaciones complejas, consiste en imprimir pequeños cambios dentro
de una orientación general; es lo que a veces se habla de la dirección basada
en valores y visión.
Para hacer este tipo de estrategias incrementalistas (poco a
poco) y radicales (acumulan gran
potencial de transformación), se necesita una energía muy especial por parte de
los directivos: la legitimidad (conocimiento+reputación+aceptación+reciprocidad+confianza).
Porque sólo contagiando al conjunto de la organización
(especialmente a los mandos intermedios profesionales) se puede avanzar: y
comunicar valores y misión exige muchísima legitimidad.
Por esto estoy muy preocupado: las autoridades sanitarias de
Madrid han perdido la poca legitimidad que tenían. Los directivos de hospital
callan como cohorte en riesgo de cese ante cualquier discrepancia. Y el discurso de NO HAY ALTERNATIVA se impone
como barrera práctica para evitar el doloroso trance de pensar, argumentar y
aportar explicaciones.
Sin embargo, hoy se han escuchado voces de otros
responsables autonómicos del Partido Popular… en Castilla y León y en Murcia…
que ellos siguen con el mismo modelo de provisión pública de la sanidad… ¿No
había otra alternativa?, parece que sí, e incluso dentro del mismo universo
ideológico y político.
Cuanta honestidad intelectual deberían traer los Reyes Magos
(Papa Noel no la trajo la pasada Nochebuena), para arreglar el entuerto de
Madrid…
Postdata: el acrónimo TINA fue acuñado o usado para Margaret
Thatcher, que siempre lo usaba como argumentación para no tener que justificar
sus políticas de desinversión en los servicios públicos.