Aunque lo llamativo ahora es el tema de la "profesionalización" de la gestión sanitaria (cambios de gerentes tras los cambios políticos), estoy persuadido de que sin cambiar la estructura de gobierno no se puede realmente profesionalizar la gestión.
Porque los gestores ejecutivos (gerentes y directivos de alto nivel) deberían ser nombrados y cesados por procedimientos formalizados, meritocráticos y trasparentes, ... pero no de forma individual y discrecional por el Consejero de Salud... sino por un órgano colegiado de gobierno, al cual debería rendir cuentas: incluso si la Consejería de Salud se asegurara mayoría de decisión de nombramientos, el equilibrio sería diferente, y se crearía un nuevo esquema de funcionamiento.
Por eso quiero hablar hoy de los Consejos de Gobierno (o Administración), como alternativa clave para mejorar la gestión pública sanitaria... y como cimiento para basar un auténtica profesionalización de la función directiva sanitaria.
Un órgano colegiado de gobierno es una estructura de
orientación de la gestión y de rendición de cuentas de la misma ante a sociedad (y no sólo a los jefes políticos); puede
establecerse según el modelo organizativo en: un hospital, una red de hospitales, un área de
atención primaria, o un área de gestión integrada hospital-primaria.
El órgano colegiado de gobierno supone una descentralización
de poder jerárquico de la administración sanitaria a favor de una estructura
que incorpora observadores y controladores, externos a la propia disciplina
institucional de la Comunidad Autónoma, y que guarda una clara independencia
con la estructura gestora operativa, profesional y sindical de los centros
sanitarios.
El objetivo es generar un interfase institucional
que obligue a una rendición de cuentas más eficaz, genere visibilidad y transparencia externa, y sirva como instancia próxima para aconsejar las
decisiones organizativas importantes. Insistimos: para gobernar hace falta autoridad y poder, lo que pasa es que existe mucha desconfianza de la base con los cuadros directivos sanitarios. Se puede y se debe recuperar un tipo de autoridad que rinda cuentas; y una estructura colegiada de gobierno puede servir de guía y apoyo a
la Gerencia ante dilemas de decisión, para que el habitual sesgo local se
contrapese con el interés general de la población.
Un Consejo de Gobierno, bien diseñado, debe incorporar tanto
instituciones (ayuntamientos) como asesores expertos de la población a la que
sirve el hospital (los británicos les llaman "miembros no ejecutivos"
del Consejo); miembros activos, que han de estar también en algunos comités de
seguimiento de la gestión y los servicios del centro sanitario.
El propósito final es reducir los costes de influencia burocráticos
y los costes de interferencia políticos, que son siempre muy complicados de manejar
en instituciones públicas, especialmente cuando hay distancias cortas entre el
que nombra los cargos y los cargos nombrados, y cuando la cultura de evitar el
ruido y el escándalo hace que los gestores queden inmovilizados ante las
amenazas de conflictos o de acusaciones en medios de comunicación.
Este modelo es un tanto lejano a la cultura de "ordeno
y mando", y también a la del "botín electoral" (¿no hemos ganado
las elecciones?... pues ponemos gerentes de nuestro partido en todos los
hospitales!!!). Pero puede ser una
alternativa al perverso e ineficiente "statu-quo" actual, donde hay una cíclica pérdida de capital directivo y una permanente erosión de la
capacidad de decisión y de gestión; y, sobre todo, que es incapaz de
afrontar los retos (y conflictos) que implica la sostenibilidad interna de la
sanidad pública.
Y no se trata de participación: hay otros cauces para
canalizar que la voz de los empleados, que la asesoría experta de los
profesionales del centro, o que las aspiraciones y quejas de los pacientes y
usuarios se hagan visibles y emerjan en la agenda de gestión. Se trata de
gobierno, de órganos colegiados que orientan, apoyan y corrigen la función
directiva.
Y que además, colaboran en salvar a los políticos de sí
mismos: ¿cuántas veces un responsable político o institucional debe nombrar a
un gerente cortesano más por enchufes de partido que por su competencia... y lo
sabe?... y desearía no poder hacerlo para no lastrar y condicionar su propia gestión con
alguien que no vale, y que además no va a parar de corto-circuitarle para
conseguir por arriba lo que no obtiene por abajo.
La leve cesión de poder e influencia
en los Consejos de Gobierno le libera de una gran parte de la carga, le protege
de sí mismo y sobre todo de los suyos... sobre todo si realmente se quiere
proteger para gobernar de acuerdo al interés general.
¿Cuándo hacerlo?: pues ahora; ahora toca; al rebufo de las
reflexiones sociales y políticas sobre la regeneración democrática de la
sociedad española. Y aprovechando que los cambios políticos están generando
retos de renovación directivas en un contexto altamente positivo, ya que hay
muchas personas en la meso-gestión que acumulan experiencia y competencia; pero, sobre todo, porque en la micro-gestión
hay un gran capital de facultativos con formación y experiencia en gestión
clínica y dirección médica, que pueden claramente crecer para ocupar el vacío
de la meso-gestión.
Ya no pasaría como en los años 80, en que una cohorte de
adjuntos de hospital, con más entusiasmo por el cambio sanitario, que
conocimientos, profesionalidad o prudencia, asumieron el gobierno de los
centros sanitarios... el creciente capital de competencias directivas y
organizativas que acumulan médicos y enfermeras "de bata" permite
pensar en reemplazos generacionales para muchos gerentes cortesanos "de
corbata", que pueden haber quedado quemados por el fuego cruzado del
adaptacionismo cortesano y la pulsión de hacer cosas sin hacer ruido ni dejar
rastro...
Me preguntan por los "asesores expertos de la población" que podrían participar en los órganos colegiados de gobierno... No hay un modelo único; lo relevante es que se sopese la idea... usemos pues la técnica de imaginar un universo paralelo...
ResponderEliminarImagina que hay que asesorar y supervisar las funciones clave de cualquier organización que presta servicios sanitarios:
1) El seguimiento económico-presupuestario
2) La política de personal y profesional
3) La contratación de bienes y servicios
4) La calidad y adecuación de los servicios y la satisfacción del paciente
5) Las políticas de formación e investigación
Ahora imagina que abrimos a la comunidad una solicitud de voluntarios para colaborar como miembros no ejecutivos del Consejo de Gobierno de la institución sanitaria... y de entre las personas que se proponen encontramos
a) Una profesora de economía de la Universidad
b) Un experto en Recursos Humanos de una gran empresa de servicios que ha sido jubilado tempranamente
c) Una técnico que lleva en una administración local la tarea de adquirir insumos para una serie de residencias de tercera edad.
d) Un profesor de Sociología que es experto en encuestas de opinión y satisfacción de los usuarios
e) Un científico titular del CSIC en áreas de investigación biomédica
E imagina que son razonablemente independientes de los partidos, y no supeditados a otra disciplina o lealtad que a la de su leal saber y entender en relación al interés general...
Estas personas participan tanto en el Consejo de Gobierno, como en comités de seguimiento y control de funciones directivas clave...
Yo lo veo como un impulso a la función de gobierno; a la trasparencia y a la rendición de cuentas...
Por si acaso es una buena idea, ¿porqué no probarlo?
Repu