Para facilitar la difusión, os paso esta entrevista en paralelo a Antonio Burgueño y a mi en la Revista Plaza, de Valencia. Creo que es un buen trabajo periodístico que permite revisar algunos aspectos polémicos del eterno debate entre la provisión pública y privada de los servicios asistenciales.
http://valenciaplaza.com/es-mas-eficiente-lagestion-privada
Como suelo hacer en estos casos, escribí una serie de apuntes para las preguntas del debate; puede que estas anotaciones interesen a los lectores del blog, porque son más amplias y variadas que lo que luego se resume en el artículo periodístico.
http://valenciaplaza.com/es-mas-eficiente-lagestion-privada
Como suelo hacer en estos casos, escribí una serie de apuntes para las preguntas del debate; puede que estas anotaciones interesen a los lectores del blog, porque son más amplias y variadas que lo que luego se resume en el artículo periodístico.
- ¿Qué sistema de
salud garantiza mejor el derecho a la sanidad?
Si
tratáramos de escoger un modelo en función de los resultados globales, quizás
el nuestro no fuera una mala opción… de hecho suele ser un referente
internacional, mucho más apreciado fuera de nuestras fronteras que dentro…
veamos
Los
españoles gozamos de una de las mayores esperanzas de vida del mundo (82,5 años
líderes de la OCDE en 2012)
Y en
la mortalidad evitable por asistencia sanitaria de calidad también estamos
entre los mejores del mundo.
Nuestro
gasto sanitario total está en la media de la UE-27, y por debajo de todos los
países europeos ricos; y en dólares con igual paridad de compra Alemania gasta
un 42% más de dinero para cada habitante.
Si
un extraterrestre bajara a la tierra y viera estos datos, no pensaría que lo
hacemos tan mal. Esas frases de que el sistema está agotado, o que tenemos una
sanidad que no nos podemos permitir… y que algunos dan por demostradas, no
serían evidentes a la luz de los datos
Dicho
lo anterior, y como afirma Ortún, la situación no es mala, pero el pronóstico
es sombrío; porque hay muchos problemas que crecen ante la falta de buen
gobierno sanitario.
- ¿El derecho a la sanidad puede
ser objeto de comercio?
La
relación público-privada tiene muchos escenarios; hay gente que paga
directamente la utilización de médicos privados, otros que suscriben un seguro;
los funcionarios, con dinero público suelen elegir un seguro privado a través
del mutualismo administrativo. Además, los servicios de salud de las CCAA,
contratan o conciertan con la sanidad privada para la prestación de servicios
diagnósticos, terapéuticos o de cuidados a pacientes. En algunos casos, un
hospital privado asume la asistencia a una población. Y más recientemente, a
través de la colaboración público-privada la sanidad pública otorga una
concesión a una serie de empresas privada para atender a la población de un
territorio a través de un hospital que revierte al dominio público tras una
serie de años…
Cada
una de estos escenarios tiene consideraciones propias. Desde la economía de la
salud se señalan graves fallos del mercado en el aseguramiento privado,
corroborado por el enorme gasto sanitario de los Estados Unidos.
Hay
más debate en la prestación privada de servicios financiados públicamente; aquí
se aplicarían las teorías contractuales: ¿proveer directamente o
externalizar?: dos premios Nobel de
economía, Ronald Coase en 1991 y Oliver Williamson en 2009 abordaron este
complejo dilema: se trata de sopesar los costes de organización (cuando se
realiza la actividad) en relación con los costes de transacción (cuando se
contrata la actividad a un tercero).
Y
este balance depende de varios factores: ¿es medible lo que se contrata?: ¿se
puede mermar la calidad sin que se note?; ¿es sancionable el incumplimiento?;
¿hay cambios tecnológicos o de demanda que alteren los acuerdos?; ¿hay
oportunismo y falta de capital social en la cultura de las instituciones?
El
ánimo de lucro es claramente tóxico en este balance; las instituciones privadas
sin ánimo de lucro llevan décadas conviviendo y concertando sus servicios con
la sanidad pública con pocos problemas; la incorporación de la sanidad privada
comercial con ánimo de lucro a la prestación de servicios, y particularmente a
la substitución de la sanidad pública en un territorio y población, plantean
muchísimos más riesgos e incertidumbres.
Ojo,
que la rigidez burocrática de los modelos administrativos es también tóxica,
pero creo que el lucro es aún más ponzoñoso.
- ¿El objetivo de
conseguir los mejores resultados al menor coste lo señalaría
como el principal problema de la gestión sanitaria? ¿Qué modelo de gestión
podría garantizar esa eficiencia?
La
eficiencia, entendida como “value for money”
es un requisito de ética social para cualquier servicio público de salud. Es
una tontería desacreditar los costes; la clave es relacionar beneficios por
unidad de coste.
Conseguirlo
implica dos retos: evitar el derroche al hacer cosas (eficiencia productiva), y
hacer las cosas correctas, efectivas y que añaden valor (eficiencia
asignativa).
La
contradicción clásica es que en general el sector privado tiende a realizar más
procedimientos e intervenciones a un coste inferior, mientras que el sector
público focaliza mejor la actividad a los casos más graves y complejos. En el estudio de Peiró y Meneu de 2012 de la
sanidad valenciana, el coste por ingreso en las concesiones era algo más bajo,
pero el coste per cápita era algo más alto (en comparación con los hospitales
de gestión directa).
Las
comparaciones de costes que se hacen habitualmente entre hospitales públicos y
privados tienen graves problemas de validez: hablamos de prototipos de
hospitales diferentes: el hospital público de gestión directa tiene más del
doble de camas y de personal por cama que las clínicas privadas; son
transatlánticos que no podemos comparar con las lanchas rápidas de sanatorios y
clínicas. Ambas tienen sentido para su propio perfil de demanda; pero comparar
el coste de una artroplastia de rodilla en un hospital universitario con el de
una clínica traumatológica
¿Cuál
es la mejor alternativa para España?: como no decidimos en el aire, y teniendo
una formidable red pública de gestión directa, creo que la opción más razonable
es estimular mejoras de gestión en lo que ya tenemos.
- . ¿Cuáles son los riesgos de las
concesiones en la gestión sanitaria?
Las
concesiones pueden salir más baratas; son lanchas rápidas con poderosos
instrumentos de gestión; sería un escándalo que salieran más caras que la
gestión pública directa que está atada de manos por una enorme rigidez
administrativa. Además, son centros de nueva creación; yo dirigí un hospital de
gestión pública directa, el Hospital de Móstoles, con plantilla joven y puestos
de trabajo ajustaditos; mi productividad y costes siempre van a ser imbatibles
cuando los comparo con un gran hospital que lleva abierto muchos años, y que
tiene los sedimentos de distintas glaciaciones.
Por
lo tanto, es imposible comparar lo no comparable; porque son prototipos
diferentes, y porque la demanda es porosa y fluye entre hospitales y
territorios más allá de la contabilidad de los flujos inter-centros.
Los
riesgos de las concesiones son próximos a sus aparentes virtudes: eluden la
contabilización del déficit y permiten inversiones cuando no hay dinero
público… pero por esto mismo se convierten en trampas en el propio solitario,
que lleva a decisiones electoralistas y poco meditadas… y a agravar la
insostenibilidad del sistema.
Y la
agilidad es buena, pero también plantea problemas: demasiada proximidad entre
la parte contratante y la parte contratada crea peligros para el buen gobierno,
la integridad y la prevención de los conflictos de interés.
- Los partidarios del
modelo de concesión argumentan que al paciente sólo le importa
cómo se gestiona el sistema de salud pero no quién lo gestiona. ¿Comparte esta
perspectiva?
Si
se trata de pacientes que vivían en una localidad sin hospital, y les ponen uno
nuevo sin que dejen de tener acceso a los anteriores, es difícil que no den la
bienvenida y estén encantados. Creo que tiene poco sentido buscar en la alegría
de la población la validación de las nuevas inversiones o los nuevos modelos.
Otra
cosa es que la aparición de los nuevos hospitales cree un “corralito” con
barreras a la utilización de los grandes hospitales de la red… o bien que una
cartera de servicios muy estrecha llevara a derivaciones sistemáticas a centros
terciarios. Ahí posiblemente se generarían sentimientos de frustración…
El
debate sobre gato blanco o gato negro no importa, lo que importa es que cace
ratones, es mucho más complejo. Sólo decir que cuando el paciente sabe o cree
que el hospital o el médico gana o pierde dinero con las decisiones que le
afectan, se suele generar desconfianza: otra vez el lucro aparece como elemento
tóxico…
- ¿Cómo definiría la situación
actual de la gestión pública y privada de la sanidad?
La
gestión pública tiene las manos atadas; la crisis ha erosionado sus recursos y
agotado sus reservas; y en algunas CCAA como Valencia y Madrid, ha tenido que
actuar como nodriza y como sumidero de entropía de las iniciativas de expansión
de la red sanitaria con centros privados concesionales.
Una
buena alternativa sería aprovechar el capital de innovación de las nuevas
formas de gestión pública con personalidad jurídica; pero la crisis ha dejado
paralizado el desarrollo de empresas públicas, fundaciones, consorcios, etc. y
ha restado autonomía de gestión ; en el caso de Andalucía hay una clara
regresión a normas de derecho administrativo y control jerárquico.
Tampoco
se ha desarrollado como debía el nuevo paradigma de la “gestión clínica”;
miopías sindicales y políticas lo han ido acotando a un espacio timorato y
pequeño.
La
sanidad privada ha recibido más demanda, y ha desarrollado algunos intentos
tímidos de reorganización; agotado el yacimiento de las concesiones, busca
reposicionarse ante el aseguramiento privado. Pero tiene un reto formidable: la
integración de servicios que se precisa para hacer buena medicina moderna es
poco compatible con la fragmentación intrínseca de una sanidad basada en el
sumatorio de consultas y acciones de facultativos que facturan por acto.
- ¿La gestión
sanitaria es solo una cuestión de números? ¿La transparencia comprende
una de las mayores debilidades de ambos modelos de gestión sanitaria?
La
trasparencia es un reto de buen gobierno esencial; para el sector público
debería regir un principio de que todo lo que se financia con dinero público ha
de ser de dominio público, salvo que afecte a la privacidad de los individuos.
La sanidad
privada suele poner el principio de trasparencia bajo el manto del secreto
comercial; pero cuando trabaja para el sector público, ese velo debe removerse.
- Hace unos años
apuntaba la dualización que planteaba La Seud'Urgell con
puertas para pacientes "de pago" y "del seguro"
recuperando el modelo pre democrático. ¿Se puede afirmar que
nuestra sanidad está retrocediendo?
Cuando
los pacientes se ven obligados a ir a la sanidad privada por desatención a sus
necesidades en la sanidad pública, se produce una dualización inaceptable, que
podríamos llamar privatización encubierta.
Algo así puede estar empezando a pasar con toda la erosión de calidad y
accesibilidad de servicios que llevamos tras cinco años de austeridad con
recortes lineales.
No
es aceptable por razones de igualdad de los españoles ante la ley, que los funcionarios del Estado tengan privilegios de usar la
financiación pública para optar por la sanidad privada. O MUFACE para todos, o
MUFACE para nadie. Siendo prácticos, el mutualismo administrativo debería dejar
a extinguir este privilegio comprensible desde la perspectiva histórica, pero
inaceptable desde cualquier óptica de ética pública.
Y
los hospitales del Sistema Nacional de Salud no pueden tener dos puertas; no
sólo es éticamente inaceptable, sino que además son inverosímiles las garantías
que puedan pretenderse para evitar desviaciones.
Aire fresco, también en sanidad. http://dzamorano.blogspot.com.es/2013/06/aire-fresco-tambien-en-sanidad.html
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