Hoy he ido al hospital Puerta de Hierro de Majadahonda a dar
el último adiós a José María Segovia de Arana, que falleció ayer.
Pena por su
ausencia; respeto a una persona singular y extraordinaria; reconocimiento a su
contribución a la medicina hospitalaria española, y al sistema público de
salud.
También me ha movido a algunas reflexiones; sobre él, y
también sobre la paradoja de personajes visionarios y su difícil anclaje en
contextos mediocres.
Conocí a José María Segovia en una extraña y curiosa
circunstancia. Corría el año 1983, y con sólo 28 años fui nombrado Subdirector
de Servicios Sanitarios del INSALUD de Madrid (otro día hablaremos de la oleada
de cambios generacionales que conllevó la transición democrática y la reforma
sanitaria en España). Me tocaba reorganizar los hospitales de Madrid, entre
ellos uno muy singular, la Clínica Puerta de Hierro, a cuyo frente estaba el
Profesor Segovia... investido ya en esta época de un aura de autoridad clínica,
científica y gestora, así como de un elenco de contactos con el establishment político, económico... y
de la propia monarquía.
Recuerdo que le presenté el proyecto de creación de
Áreas de Salud de Madrid, y cómo quedaría el "área de Puerta de
Hierro"; el me dijo muy serio y convencido... "José Ramón... no estás
bien informado... la Clínica no necesita área..." Cumplí las instrucciones
de preguntar al Ministerio ante cualquier divergencia de criterio con
"Segovia", y al final me confirmaron que prevalecía el criterio del
INSALUD de Madrid... y Puerta de Hierro acabó teniendo área (aunque mantuvo su
cultura de hospital terciario con vocación de excelencia rayana en un cierto
elitismo fundado en la meritocracia del conocimiento).
Luego le fui conociendo y apreciando; cuando nos ayudó en 1989
a fundar y poner en marcha el Centro Universitario de Salud Pública (CUSP)
desde la Universidad Autónoma de Madrid, y con la presencia entrañable de Vicente
Rojo; CUSP que se disolvió en la Agencia Laín Entralgo, la cual fue a su vez
disuelta en una de esas medidas atolondradas del universo político irracional
de Esperanza Aguirre.
La trasferencia del INSALUD a las CCAA no fue buena para
Madrid; la Comunidad de Madrid recibió un INSALUD muy ordenado, eficiente y de
alta calidad, que no supo gestionar debidamente. Tras unos primeros años de
gestión torpe, se desliza por la cuesta del populismo y la privatización. Al
final nos encontramos con una rebelión de los profesionales sanitarios
defendiendo el Servicio Madrileño de Salud contra los que deberían gobernarlo
con prudencia, talento y sabiduría; una rebelión que no era de
"antisistemas", sino que unificó a jóvenes y senior en una enorme
marea blanca.
En su punto álgido una reunión en el Colegio de Médicos de Madrid
en febrero de 2013, José María Segovia es ovacionado por toda la medicina de
Madrid por su papel de defensa de la sanidad pública y de la medicina de
calidad... La enorme y sostenida ovación era tanto un reconocimiento a su
figura, como un mensaje de desprecio a los que habían llegado a la sanidad de
Madrid para aprovecharse de ella...
https://www.youtube.com/watch?v=JT5N3gxw7Gc MINUTO 11:00
Mi reflexión personal, no exenta de autocrítica: de joven
veía al Profesor Segovia como parte de un sistema profesional tradicional y
autoritario; algo así como una "casta". También veíamos a los
funcionarios del INP como parte de una burocracia franquista y casposa. Pero
cuando nos pusimos a trabajar lealmente para consolidar un Sistema Nacional de
Salud, ellos estuvieron siempre del lado de defender las instituciones públicas
nacidas en el seno de la Seguridad Social.
Porque lo cierto es que dentro de un
sistema corrupto y decadente como era la dictadura franquista, había subsistemas,
nichos y personas que habían sabido soportar el contexto hostil y desarrollar
proyectos de servicio público en condiciones muy adversas. Una de las formas de
sobreponerse a las dificultades era la meritocracia y un despotismo ilustrado
de perfil discreto y sumiso con los de arriba... a veces no exento de modales
autoritarios con los de abajo (muy de la época). Esta combinación hoy es
difícil de entender; como lo era en la época para los que veníamos con culturas
políticas de izquierda, que cuestionaban fuertemente el autoritarismo (y con
frecuencia la autoridad), y valoraban altamente la democracia y la
participación.
Con el tiempo se ha evidenciado que un sistema democrático y
unas libertades crean bienestar y prosperidad, pero que los juegos políticos
pueden crear élites extractivas y distorsionar el funcionamiento social e
institucional: esta crisis de 2008 que tanto ha deteriorado nuestro sistema de
salud es un claro ejemplo; pero también el proceso de descentralización
sanitaria ha tenido claroscuros con altos coste de interferencia políticos. El
caso de Madrid y de Valencia han sido paradigmáticos, como antes he mencionado.
Mi reflexión es que tener métodos democráticos no es
suficiente; siempre va a ser necesario talento, entrega, ejemplaridad; y tener
figuras visionarias capaces de encarnar ideas y darles forma en el espacio
social y profesional. Incluso con el peligro de pecar de cierto despotismo
ilustrado, es mejor dar la bienvenida a liderazgos fuertes, que nos salven del
filibusterismo al uso, que nos eviten el nadar y guardar la ropa, que nos hagan
salir de la "zona de confort".
Eso he pensado al reconocer en José María Segovia a una
persona ejemplar, a un líder con el cual he podido no estar de acuerdo en
algunas cosas, pero que prefiero mil veces a otros que nunca han arriesgado
nada por no equivocarse.
Descansa en paz, amigo José María. Muchos te recordaremos
desde un respeto y reconocimiento profundo y sincero.
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