miércoles, 24 de agosto de 2022

REPU SE JUBILA

 

El 1 de septiembre estaré jubilado. Dejo la Escuela Nacional de Sanidad, donde he estado los pasados 30 años; contento y agradecido, porque trabajar en la ENS me ha dado mucho más de lo que yo he podido aportar. Sobre todo, la posibilidad de conocer muchas cohortes de estudiantes tanto de salud pública como de administración y gestión sanitaria. También he conocido gentes y lugares en las iniciativas de formación y consultoría nacional e internacional. Y la posibilidad de estudiar y asomarme a mundos de conocimiento inabarcables pero fascinantes.

He intentado no enclaustrarme en la torre de marfil académica; vine de trabajar en los servicios sanitarios públicos, y siempre he querido colaborar para mejorarlos. Es una pena la deriva de la sanidad de Madrid; aquello que impulsamos en los años 80/90… (áreas de salud, gerencias de primaria, planificación de hospitales…) fue erosionándose por la incompetencia y el doctrinarismo político dominante; lo mismo que la salud pública de Madrid (pobre CUSP…).





También he batallado porque el Sistema Nacional de Salud no entrara en una deriva de descomposición tras completarse las trasferencias autonómicas en 2002. Poco caso nos hicieron desde los diferentes gobiernos a lo que recomendábamos desde SESPAS, AES y otros ámbitos asociativos; buscábamos reconducir una trayectoria de desinterés del Gobierno de España por hacer frente a los problemas de la sanidad (el falso y funesto axioma de “la sanidad está transferida”). Cuando llega la pandemia se ve la necesidad de que un sistema enorme y complejo tenga instrumentos de organización y conocimiento para hacer frente a los problemas (y no sólo el BOE).

Es de justicia señalar lo mucho que he aprendido de mi relación con la Organización Médica Colegial: en la ENS estábamos convencidos de que el profesionalismo médico y sanitario, es parte esencial de la solución: la sanidad ha de gobernarse con valores, y estos intangibles son fundamentales para la gestión de los micro-sistemas clínicos. La OMC me dio una gran oportunidad de conocer a personas de gran altura moral, y colaborar en su Fundación para la Formación; gracias a todos ellos.



Confieso que también me ha originado sufrimiento el abandono progresivo que ha sufrido mi institución, la ENS. Aunque todos los políticos y responsables lo nieguen, tengo la convicción de que se ha descartado la idea de tener una Escuela de Salud Pública de excelencia y competitiva para España y para la comunidad latinoamericana (las conductas revelan preferencias). Si no se hace nada, me temo que en pocos años la ENS será un aulario para canalizar actividades formativas de los centros del Instituto de Salud Carlos III; ¡que error histórico sería, pero qué cerca y claro veo este futurible!

Pese a mis quejas, sigo estando contento y agradecido; no quiero confundir la melancolía de la vejez con la justa apreciación de amenazas y oportunidades; máxime en un mundo cuya base tecnológica (que no cultural o de valores) está cambiando tan rápidamente.


Porque no podemos ver la realidad igual cuando tenemos 30 años por delante, que cuando tenemos 30 años por detrás. A las nuevas generaciones no podemos deprimirlas con aquello de “lo que pudo ser y no fue”; ellos han de desafiar las restricciones, y desechar los pesimismos, aunque sea con un irracional y adánico atrevimiento (pudimos hacerlo porque nadie nos dijo que era imposible, parafraseando a Cocteau).


Como no puedo mostrar mi agradecimiento o citar a tanta gente magnífica con la que me he cruzado en el camino, hago extensivo mi cariño y deuda moral con todos, por lo mucho que me han aportado y enseñado. Algunos se nos han ido de forma temprana y prematura; su recuerdo me duele pero alimenta más mi gratitud.

Intentaré desde mi nueva situación seguir siendo útil; pero evitando estar en medio y ser un pesado. Toca entregar el testigo a la siguiente generación, y es lo que hay que hacer con todas las consecuencias.

El trabajo ha sido una parte muy importante de mi vida; pero no creo haber sido un laborópata, y, desde luego, no quiero ser un jubilópata (jubilado con pulsión de hacer mil cosas que dejó pendientes).

Y exploraré con cierta reticencia, pero sin angustia, mi pequeño futuro inmediato. Como decía Maurice Chevalier: “la vejez no es tan mala cuando consideras la alternativa”. Sólo pido a la diosa Fortuna que me de calidad de vida en los años que me toquen vivir.

Gracias a todos; gracias de verdad. Hasta pronto, hasta siempre.

José Repullo (Repu)





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