El otro día en una tertulia de internet expresaba mi
preocupación por la dificultad de control de la endogamia y el localismo de los
Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas. La verdad es que en mis viajes
por diferentes lugares, estoy constatando un creciente problema del espacio de
gobierno y gestión autonómico de la sanidad; y presumo que también de otros
servicios de bienestar.
Algunas quejas… Los Servicios
Autonómicos de Salud están tan constreñidos por las autoridades económicas y de
función pública de las CCAA que cada vez tienen más problemas para gestionar de
forma racional y eficiente sus funciones y servicios; los costes de
interferencia políticos son enormes, la dificultad de comparación con otros es
muy limitada, y la claustrofobia organizativa es asfixiante.
En dicha tertulia comenté que la existencia de una
entidad central podría ayudar a las autoridades sanitarias autonómicas a
balancear el excesivo localismo, y el achique de espacio de gobierno y gestión
que se estaba experimentando. Y mis amigos me tildaron de centralista (jacobino),
regalándome con múltiples ejemplos de la incompetencia y absentismo del
Ministerio de Sanidad… vamos, que en el centro había más problemas que
soluciones…
Bien, pues quiero argumentar en torno a este dilema…
porque sin negar la precitada falta de talento y voluntad de gobierno, creo que
no será fácil construir un Sistema Nacional de Salud sin que las partes se
apoyen en un todo… Veamos… en primer lugar revisemos el escenario actual:
Las reglas de juego de la administración central ya están
claras: desde Rodrigo Rato y Pedro Solbes (leyes 21/2001 y 22/2009 de
financiación autonómica, y las trasferencias de 2001), el Gobierno de España es
feliz con sus tres funciones “residuales”: RE-CAUDAR,
RE-PARTIR, y RE-GAÑAR. El bueno de Montoro ha disfrutado tanto con estas
sencillas reglas...
La Administración General del Estado y no tiene servicios
personales; no tiene ventanillas, no tiene que mancharse las manos… no es
responsable de nada directamente; no tiene que negar la vacuna de la Hepatitis
C a pacientes de carne y hueso… ; e incluso puede emplear su tiempo con divertimentos políticamente rentables: por
ejemplo, firmando acuerdos con Farma-Industria que prometen a la farmacia
crecer con el PIB cuando todo lo demás decrece con el Programa de Estabilidad
del Reino de España… el viejo deporte de INVITO
YO Y PAGAS TÚ.
El que aún retengan la Seguridad Social es porque es una
prestación dineraria (no en especie) que actúa como estabilizador económico y
como hucha, además de redondear el discurso patriótico.
Visto así de descarnado, los del Ministerio de Sanidad, han
de dedicar un gran esfuerzo a aparentar que siguen existiendo; lo que cada día
exige más creatividad…
Aunque sigue habiendo un espacio para política y gobierno
del Sistema Nacional de Salud, el abandono político y organizativo al que se ha
sometido a este desdichado Ministerio, ha conducido a que se jubilaran las
personas y se vaciaran los recursos: un Ministerio anoréxico no puede liderar
un sector tan complejo sin contar con un quantum amplio de cuadros competentes.
La gestión del conocimiento es la clave del gobierno de las organizaciones
profesionales y científicas; pero paradójicamente vemos que el Instituto de
Salud Carlos III es centrifugado por Zapatero a Innovación, y recentrifugado
por Rajoy a Economía y Competitividad. Celebrando su 30 aniversario, este
Instituto es visualizado políticamente como un subastador de ayudas a la
investigación, más que como un recurso clave en el gobierno del Sistema
Nacional de Salud… otra vez sintonizando con la fascinante tríada de
Recaudar-Repartir y Regañar…
Esta desertización ministerial es causa y efecto de la
devaluación política progresiva: los máximos responsables calientan un rato el
sillón antes de marchar a lugares más fértiles (o no, que diría Rajoy).
Y la suma de la falta de talento y el deseo de aparentar
estar vivos, lleva a cometer errores y torpezas típicas de los zombis: la regulación
de la gestión clínica y de la prescripción enfermera serían casos-estudio de
temas que iban navegando a su deriva, y que cuando se ponen encima de la mesa de
la autoridad sanitaria central se envenenan…
¿Jacobino yo?; para ser jacobino se necesita defender un
Estado que crea en sí mismo; hoy no hay gente más “abertzale” para los servicios de bienestar que las autoridades
económicas de España, y las autoridades políticas de la sanidad, la educación y
los servicios sociales: porque el juego
de Recaudar-Repartir y Regañar no es deseo de gobernar sino de medrar o
mangonear; incluso la reforma Wert de la educación, más que jacobina es
visionario-cretina… esta tendencia que tienen los grandes-pequeños hombres de
pasar por un sitio y que se note que han pasado (¡que hablen de mí, aunque sea
bien!).
Lo que sí digo es que las partes que componen el SNS
necesitan apoyarse en un todo, porque en general son muy pequeñas, y están
sometidas a unos costes de interferencia políticos insoportables e
inmanejables.
¿Qué tal la idea de una Agencia de Servicios Autonómicos de Salud que sea un poco más
horizontal y menos politizada que la actual Mesa de Tertulia Interterritorial?
Que los que se sienten como socios, aunque no tengan los mismos sueños, puedan
al menos hacer frente juntos a las mismas pesadillas…
Comparto, en general, el análisis que se hace de los macro problemas del SNS. Pero hay que pensar, en mi opinión, que estos problemas son trasladables a otros ámbitos como podría ser el educativo. Para mí están condicionados por dos factores claves:
ResponderEliminar- modelo territorial altamente incongruente; no hay más que fijarse en la reforma que está llevando a cabo Francia en su organización territorial para sacar conclusiones
- falta clásica de sentido de gobernanza y de Estado en este país.
Dudo que una agencia de servicios autonómicos dé respuesta a los problemas que tiene el SNS; al final cada CCAA mandaría a sus acólitos. En teoría hay numerosos grupos de trabajo y comisiones de carácter técnico en el Ministerio para que las decisiones que se pudiesen tomar tuviesen un marcado aval técnico-científico.
Pongamos el ejemplo del Ataluren: los profesionales sanitarios han desaconsejado la administración del fármaco basándose en información científica y han sido las instancias políticas de cada CCAA las que han tomado la decisión ¿apoyados en qué argumentos?
Hay que pensar en una nueva forma de hacer gobierno en la sanidad y en el resto de políticas.
Gracias, María José, por tus interesantes reflexiones. La palabra incongruente me parece clave; y la de gobernanza.
ResponderEliminarSi las combinamos, cabría decir que existen objetivos e intereses no alineados entre los agentes. A eso me refería con el "invito yo y pagas tú".
La creación de una agencia sólo tiene sentido si va acompañada de cambios en las reglas de juego que ayuden a que cada palo aguante su vela: financiación finalista y órganos técnicos independientes con capacidad de dictamen autónomo y sin conflictos de interés...
Como no creo que se pueda rediseñar el Estado de las Autonomías (ha cristalizado y todos parecen que estan confortablemente instalados), y el genio centrífugo ha escapado de la lámpara, lo que toca ahora es reeducar al genio con incentivos poderosos: asignación financiera finalista y gestión del conocimiento.
Un saludo
Repu
Totalmente de acuerdo, José. Pero yo creo que el Estado puede rediseñarse y debe hacerlo adaptándose a la evolución de la sociedad; pero evidentemente España no está preparada para ello en este momento.
ResponderEliminar"En la tristeza de la interminable mediocridad que nos ahoga por todos lados, me consuela que en algún lugar, en alguna habitación pequeña, algunos obstinados luchan por eliminar el desgaste."
La racionalidad tiene mucha fuerza; pero es una semillita que hay que cuidar todos los días... ignora el estruendo de fuera... hay que aprender a perseverar con inteligencia y habilidad. Y sabiendo que hay batallas que se van a perder. Pero creo que tenemos cada vez mejor diagnóstico... ya la terapéutica es otra cosa...
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