domingo, 29 de mayo de 2016

Dilemas del socialismo democrático en la presente campaña...

Los socialistas identificaron tempranamente la necesidad de hacer compatibles justicia y libertad (la famosa frase de Prieto, "soy socialista a fuer de liberal"). Y las lecciones del Siglo XX (estalinismo y derivados) es que los modelos de despotismo ilustrado para el pueblo acaban siendo dictaduras de casta burocrática; buena parte de la izquierda comunista aprendió la lección (algunos como los Trotskistas en carne propia), y se recondujo su praxis política a las instituciones democráticas. 

Aceptar las instituciones supone aceptar también que se va a remar río arriba, contra el agua caudalosa de los poderes económicos, políticos, mediáticos, religiosos,  militares e internacionales establecidos; los cuales (caso de Allende en Chile) pueden dejar de ser tolerantes si la situación amenaza cambios inaceptables.

El peligro de la izquierda comunista o populista es que las urgencias históricas de cambio la aparten de la legitimación democrática de la acción de gobierno: es el dilema actual de Venezuela, donde al parecer los dirigentes quieren rectificar los "errores" del pueblo y se niegan a un repliegue a la oposición. Y, por supuesto, el otro peligro de ir substituyendo el interés general por el particular...

El peligro de la socialdemocracia es relajarse y dejarse llevar por la corriente; sobre todo cuando es dulce y no turbulenta; cuando hay algo que repartir para todas las "clases medias". La libertad pasa a dominar sobre la justicia, y se tensa la dinámica de relación con los desfavorecidos. 

Los sindicatos "de clase", en la medida en que han concentrado su praxis en las "aristocracias obreras y de empleados públicos",  acaban también adormecidas por el arrullo del agua, sin darse cuenta de que el mercado laboral se ha dualizado y precarizado para una parte cada vez más importante de los trabajadores jóvenes.

Y en esta situación, el centro-derecha político y las élites económicas suscriben una santa cruzada contra el "populismo-comunista": sólo hay que revisar las portadas de los medios nacionales cada mañana, para ver hasta qué punto importa la obediencia a las consignas, y lo poco que importa el servicio a la verdad informativa.

Particularmente ofende a la asimetría en la cotidiana demonización de venezolano Maduro y la ignorancia de la larga lista de sátrapas que forman parte de la cohorte política de la monarquía, los grandes empresarios, y las relaciones exteriores del gobierno. Esto no quiere avalar a Maduro y su deriva ("loco como una cabra" decía hace poco el genial uruguayo Mújica). 

Difícil dilema para el Partido Socialista: es ahora cuando tiene que elegir entre un lado y otro del espectro: si se deja llevar río abajo, habrá abandonado buena parte del territorio reformista a otras fuerzas políticas; y de paso, las habrá dejado huérfanas de un referente histórico necesario, que nos recuerda la necesidad de respetar reglas de juego democráticas para evitar que las élites políticas de la izquierda migren de Jeckyll a Hyde.

Ojo con las amistades peligrosas, de dentro y fuera del PSOE; nos estamos jugando mucho todos los españoles...


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