Muchos se preguntan dónde han ido los votantes virtuales de
Podemos, que rebosaban las encuestas y luego desaparecieron ante las urnas
reales.
No voy a intentar dar una respuesta a esta pregunta, porque
no creo que haya una única contestación, sino más bien varios vectores actuando
a la vez. Pero sí quiero hablar de uno de estos vectores. Quizás no el mayor en
su efecto electoral… a corto plazo.
El liderazgo de Pablo Iglesias ha sido hasta ahora un factor
clave del rápido desarrollo de la imagen y el proyecto de Podemos. Desde el
principio no dejaron de sorprenderme sus habilidades retóricas, su buen dominio
de narrativas, una formación muy superior a la media, y su manejo insuperable
de las diatribas y los debates en medios audiovisuales.
Me lo imagino como un excelente surfeador con su tabla; buscando cada vez una ola mayor para
mostrar sus habilidades de ajuste al entorno.
Pero esta formidable adaptabilidad ha podido jugar una mala
pasada. Con una ola actúa como un indignado, con otra como un progresista, con
otra como un marxista, y con otra como un socialdemócrata… Y en cada papel
cumple con mucha elegancia el surfeo. Pero al final acaba dejando un aroma de
oportunismo, de superficialidad, e incluso de manipulación.
Demasiadas habilidades adaptativas crean un problema
Darwiniano… paradójico contraste con Rajoy, modelo insuperable de inmovilidad
adaptativa.
¿Solución? Asaltar el cielo parece que requiere pasar por el
purgatorio. Algunos incluso pueden plantear que Iglesias se vaya una temporada
al banquillo de Monedero, o cuando menos a un segundo plano discreto.
Y mientras tanto, aprender en la oposición del gobierno
central (y en la función de gestión de los gobierno autonómicos y locales) a
entender cómo funciona un Estado moderno, y, sobre todo, cómo se impulsan las
políticas sectoriales desde el reformismo y regeneracionismo, radical pero
competente: sanidad, educación y universidad, investigación, servicio sociales,
función pública, gestión económico-administrativa del sector público, gestión
contractual, políticas de personal, pensiones, prestaciones sociales, etc.
Porque no sólo de política en abstracto vive la gente. Y es
a través de las “practicalities” de las políticas sectoriales y específicas,
donde un reformista debe templar el acero de su talento y voluntad transformadora.
Y al hacerlo se descubrirá que buena parte de la población, incluso la que se
confiesa ideológicamente de izquierdas, es fieramente conservadora de tradiciones
y privilegios y se aferra a gremios y estructuras que puedan darle ventajas o
protección. Cuando se pretende ser “principialista”, uno acaba chocando con el “consecuencialismo”
de las decisiones.
¿Ejemplos?: la ecología como restricción del desarrollo
económico local; la reforma universitaria como peligroso desafío al confortable
malestar del statu quo de los docentes funcionarios (y de los meritorios que
esperan pacientemente su turno); y el curioso caso de los funcionarios de la
administración general del Estado que tienen el privilegio de un sistema
sanitario a la carta (público o privado) a través del mutualismo administrativo…
aunque ellos dicen que no es privilegio sino un derecho adquirido o una
conquista…
Trabajar en políticas sectoriales no hace amigos inmediatamente,
pero da madurez, legitimidad y credibilidad. El acero se templa manejando los problemas
reales de la gente y gestionando las contradicciones y las paradojas que estos
problemas plantean.
Y además, en estas políticas sectoriales y específicas, es
posible que se puedan trenzar alianzas con el PSOE, Ciudadanos, y otros
partidos (nacionalistas por ejemplo) , que permitan deshacer nudos que complican la vida a las
personas y ensombrecen el futuro económico y social de nuestro país.
Porque
desde la oposición también se pueden promover cambios, evitar errores
y fomentar la conciencia de la ciudadanía.
Sobre todo se pueden fomentar y promover cambios cuando no existe una mayoría absoluta, un rodillo.
ResponderEliminarEn cuanto a sus habilidades camaleónicas de PI,creo que perjudican mas que favorecen a su figura, le hacen menos auténtico.
En cuanto a pasar por el purgatorio parece que ha de ser un periodo obligado que a buen seguro les dará mayor madurez. Aunque las posibilidades de un gobierno de progreso (de izquierdas fundamentalmente con apoyos nacionalistas varios) no sea a día de hoy del todo imposible cada vez parece más remoto
Recuerdo mi época de EGB y la teoría de los conjuntos. Tendría unos 5-6 años...y es ahora cuando bajo mi eterna simpleza, me doy cuenta de que un acuerdo es una intersección de conjuntos y que los conjuntos pueden tener muchas diferencias entre sí pero también componentes comunes
ResponderEliminarLa política como la vida no es blanca o negra,azul o roja,verde o morada, naranja,rosa....no es un color puro sino la mezcla de todos y depende de las circunstancias dadas hay que escoger la mezcla de colores y de entre esa mezcla la intersección de esos colores ( conjuntos) para conseguir lo que deseemos.Y priorizar las necesidades siempre, y siempre a favor del bienestar social,y la seguridad y estabilidad de una sociedad para evitar guerras inútiles que sólo desgastan y crean enemistades contraproducentes. Y para ello hay que adaptarse y escoger a los mejores negociadores ( de mente ágil,académicamente preparados y con personalidad) que no se dejen apabullar por la grandeza del gigante.Y por supuesto, fieles al pueblo siempre.
Qué fácil es escribirlo y qué difícil llevarlo a cabo...
Refieres bien el componente post-moderno de las política; esto no sólo exige más talento y flexibilidad entre los dirigentes, sino más capacidad de reflexión de todos... un poquito más de inteligencia y un poquito menos de buenismo.
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